sábado, 4 de julio de 2009

FAUNO


Fauno (en latín Faunus, ‘el favorecedor’ —de favere— o quizá ‘el portador’ —de fari—) era, en la mitología romana, una de las divinidades más populares y antiguas, los di indigetes, identificado con el griego Pan debido a la similitud de sus atributos.

El fauno es un híbrido de la tradición romana que posee la parte superior del cuerpo de un hombre y la inferior de un chivo. En las fábulas Fauno aparece como el tercero de los reyes del Lacio, hijo de Pico, nieto de Saturno, y padre de Latino con la ninfa Marica (que también era a veces su madre). Como sus dos predecesores, Fauno había promovido la agricultura y la cría de ganado entre sus súbditos, y también se distinguió como cazador. Igualmente, se creía que en su reinado el arcadio Evandro y Heracles llegaron al Lacio.
Fauno desempeña un papel muy prominente en la historia mítica del Lacio, pues, con independencia de lo que hizo por la agricultura, era considerado uno de los grandes fundadores de la religión del país, por lo que
Lactancio le sitúa a la altura de Numa Pompilio.Tras su muerte fue elevado a la posición de deidad tutelar del país, por sus muchos servicios a la agricultura y la ganadería.
Existe la tradición de que Numa, mediante una estratagema, obligó a Pico y a su hijo Fauno a revelarle el secreto de invocar el relámpago desde el cielo (véase «
Elicio») y de purificar las cosas golpeándolas con el rayo.
En las
Dionisíacas de Nono de Panópolis Fauno acompañaba a Dioniso cuando éste fue a la campaña de la India.

Fauno fue adorado en dos roles diferentes: como el dios de los campos y los pastores, y como una divinidad oracular y profética. Como deidad rústica, era un espíritu bueno del bosque, las llanuras y los campos, y cuando hacía fértil al ganado se le llamaba Inuo (Innuus).
Como dios
profético, llamado por el nombre de Fatuo (Fatuus), se creía que revelaba el futuro al hombre, parte en sueños y parte mediante voces de origen desconocido, que eran comunicados a quienes iban a dormir en sus recintos, tumbándose sobre el vellón de los corderos sacrificados. Lo que era Fauno a este respecto al sexo masculino, su esposa Fauna o Faula (a veces considerada su madre o su hija; véase Bona Dea) era al femenino, por lo que llevaban los epítetos Fatuus/Fatua o Fatuellus/Fatuella, derivados de fari (‘hablar’) y fatum (‘hado’, ‘destino’). Se decía que daban sus oráculos en verso saturniano, de lo que quizá pueda inferirse que existieron en el Lacio colecciones de oráculos en esta métrica. W. Warde Fowler sugirió que Fauno es idéntico a Favonio, uno de los dioses-viento romanos (véase «Anemoi»).
Debido a la forma en que daba sus oráculos, se consideraba a Fauno el autor de apariciones espectrales y sonido terroríficos; y por tanto se le describía como un dios lascivo y voluptuoso, que moraba en los bosques y era aficionado a las ninfas
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